lunes, 15 de abril de 2019

Echenique no vale un penique

Los podemitas son lo que son, o sea, casta extractiva y dañina. Son peligrosos a causa de que, incomprensiblemente, hay gente que les vota, es decir, les otorga la posibilidad de perjudicar a todos, sobre todo a sus votantes.
Pero los podemitas también son cursis y aprovechados, porque se sirven de la ingenuidad de sus votantes. He aquí la prueba (Echenique intentaba disculparse por su pasado en Ciudadanos):
«Incluso los políticos más idealistas, como nuestro ahora añorado Bambi ZP, tienden a sucumbir a los deseos de los señores de la chistera por un motivo bastante simple [...] ZP, aunque fumaba perejil y creía en el amor, no tenía a Ada Colau asesorándole, tenía a Pedro Solbes».
Si con Pedro Solbes provocó una catástrofe que hizo cerrar miles de negocios que hasta el momento habían sido boyantes y mandó a millones de trabajadores al paro, si llega a tener a Ada Colau España ahora estaría incluso peor que Venezuela. Si los votantes de Podemos se enteran de estas cosas y los siguen votando es porque creen en los cuentos de hadas o en la magia. La humanidad ya debería haber tomado nota de los efectos nocivos de ciertas ideologías pretendidamente salvadoras. Aparte de esto, hay constancia de que los dirigentes podemitas se lo montan bien.
Daniel Lacalle explica con claridad meridiana el secreto de la medida estrella de los podemitas:
«¿Hay que revertir la subida del Salario Mínimo Interprofesional?
Lo que hay que revertir es la brutal subida de impuestos al trabajo escondida en el SMI y recuperar el diálogo social».
Los podemitas hacen un mal y lo pregonan como si fuera un bien, como si en lugar de auspiciar el aumento del paro y la estancia indefinida en él hubieran hecho un favor a alguien. Hay una coplilla que les va como anillo al dedo a los podemitas:
Viven de arte y engaño / la mitad del año. / Y de engaño y arte / la otra parte. 

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