domingo, 26 de febrero de 2017

El destino de Mas

Parece claro que el propio Arturo Mas, al que algunos, de modo jocoso, llaman el Astuto, a pesar de la torpeza que delata su rostro y que confirman sus actos, sabe que una parte de su tiempo futuro transcurrirá entre rejas.
Su caso es el contrario que el de Jorge Pujol. Nadie espera que él, o cualquiera de sus vástagos vaya a la cárcel. La bandera catalana, que en realidad es de la Corona de Aragón, en manos de Pujol ha venido a ser a ratos como un capote, con el que ha dado pases de todas clases, pero, sobre todo, se ha envuelto en ella, y en otros momentos ha sido usada como muleta, e incluso ha querido cuadrar al toro para entrar a matar. Pero también supo ver que el toro podía ser demasiado toro para él y que al entrar a matar lograse pillarlo y lanzarlo por los aires y por si se daba el caso quizá se procuró algunos agarraderos en los que seguramente están él y su familia ahora.
Irá a la cárcel Rato, irá Urdangarín, ya viven en ella algunos, pero Pujol ni está ni se le espera.
Cuestión distinta es la de Mas, que cada día que pasa tiene más papeletas para entrar y él que lo sabe trata de convertir el asunto como un acto de heroísmo por la patria catalana. Menuda patria la que se han inventado los catalanistas. No se comprende que alguien pueda sentirse a gusto en una patria basada en mentiras, tergiversaciones, inventos, deslealtad e ingratitud hacia el resto de los españoles, violencia moral e incluso física hacia quienes no están conformes, etc. Los adalides de esta patria son seres tan risibles y estrambóticos como Espot, Rahola, Carod-Rovira, Forcadell, Caram, Puigdemont, Oriol, Colom, Homs, la lista es interminable. En cuanto alguien se pone a pensar en ellos les vuelve la espalda. Mas no será bien recordado en el futuro, de eso no se ha dado cuenta aún.

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