viernes, 10 de febrero de 2017

Rahola no la cree

¿Y a quién no cree Rahola? Pues a quien dice la verdad. Acostumbrada a soltar una trola detrás de otra, no concibe que alguien haga lo contrario y cuente las cosas tal cual fueron.
Por otro lado, tampoco habría sido necesario que Dolores Agenjo acudiera a declarar, porque la lógica de los hechos por sí misma es suficiente. Si las cosas no fueran como ella dijo no habría sido la única en negarse a dar las llaves del colegio. Eso lo sabe cualquiera y los supuestos delincuentes que organizaron la ilegalidad por la cual se celebra el juicio tendrán que comprenderlo. Es de esperar que la justicia no se detenga ahí y vaya llamando, uno a uno, a todos los funcionarios que han podido cometer alguna ilegalidad en el desempeño de sus funciones y les imponga a cada uno de los que se demuestre que se ha dado el caso la sanción que le corresponda.
No se debe consentir que los funcionarios, cuyos sueldos se pagan con los impuestos de los españoles, sean desleales a España. Que confíen en la impunidad dice muy poco en favor de ellos.
El nacionalismo es una ideología que no puede sobrevivir sin el recurso de la violencia, ya sea física (ETA, Terra Lliure), o moral (quien imponer las lenguas vascongada y catalana por la fuerza o la intimidación; el alcalde de Valencia nunca usa el español, con lo cual falta al respeto a los valencianos y al resto de españoles). Pero no sólo de la violencia y la intimidación vive el nacionalismo, sino que además necesita mentir, inventar, tergiversar…
Y tampoco con esto tiene suficiente, sino que a lo anterior hay que añadirle que los nacionalismos no saben vivir si no tienen un enemigo, así que se aprestar a señalar uno, para acto seguido inducir a quien caen en sus dominios a que lo odien. 


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