sábado, 4 de febrero de 2017

La vergüenza de España

Ignoro cuántos lectores habrá tenido el artículo de hoy de Maite Pagazaurtundúa, titulado ‘Resignación’ y publicado por El Mundo.
Quienes lo hayan hecho habrán tenido que dar con este párrafo: Si Covite no lo hubiera denunciado, no se habría incoado el procedimiento sobre las responsabilidades judiciales de la agresión y esto, una vez más, muestra la debilidad del Estado.
Todo el mundo sabe, porque lo sufre en su cartera, que nos gastamos una cantidad de dinero que cabe calificar de onerosa, en pagar sueldos y otros caprichos a la clase política. Y también hemos de saber todos que el Estado está representado por todos los políticos españoles, no sólo por los que gobiernan.
Y a pesar de la generosidad con la que pagamos a nuestros políticos ha tenido que ser una asociación privada la que ha tenido que dar el primer paso para limpiar el honor de los españoles denunciando una acción llena de vileza y cobardía perpetrada por unos vecinos de Alsasua que han manchado para siempre el nombre de su pueblo. El hecho es muy grave, pero igual de grave es que los partidos políticos y las instancias judiciales estuvieran dispuestas a aceptar que quedara impune.
Tampoco es este un hecho aislado. Basta con navegar un poco por la web de Covite para comprender que algo huele a podrido en Dinamarca, digo en España. La dignidad, el decoro y el buen nombre de España están en manos de Covite, porque a nadie más le interesan estas cuestiones. Hay dos partidos políticos en España a los que no se les puede reprochar nada en esta cuestión. En uno de ellos milita Maite Pagazaurtundúa. Y en el otro Ortega Lara, cuya hazaña es muy difícil de igualar (hay cobardes que lo desprecian públicamente). Los demás partidos dan pena y tristeza, mucha tristeza. Los votantes deberían olvidar a los cobardes y volver los ojos hacia las personas valientes.


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