jueves, 13 de julio de 2017

600 000 euros de multa

Los que hacen del gamberrismo su profesión alegan que anunciar la pena que puede corresponder por vulnerar la legislación en el anunciado butifarréndum catalán es la estrategia del miedo. Ese argumento es propio de niñatos malcriados.
Todos los países del mundo tienen sus propias leyes, sus propios policías y su propio sistema sancionador.
Los mismos promotores de ese disparatado butifarréndum, los degenerados Puigdemont y Junqueras, imponen unas no menos disparatadas multas a quienes incumplen sus disparatadas, aunque legales, normas. Esta pareja de malos cómicos, cuya contemplación de sus imágenes provoca tanta risa, y no porque sean graciosos, incita a los demás a incumplir las leyes, sin tener en cuenta, o quizá sí, que hay muchos locos sueltos que pueden dar lugar a una desgracia. Si es esto lo que pretenden es que son peores de lo que se les supone.
Está muy bien que se avise de la cuantía de la multa a que se arriesgan, pero mejor sería que el peso de la ley fuera cayendo sobre quienes incurren en culpa. En el par citado anteriormente, por ejemplo.
El hecho de que alguien quede impune es radicalmente injusto, porque de ello resulta un agravio comparativo con quienes sí sufren los rigores de la justicia, pero, sobre todo, porque lesiona los intereses de quienes sí cumplen las leyes.
Esos levantiscos alcaldes que acudieron al acto al que se les convocó, y que a lo mejor no eran ni 250, porque aunque se anunciaron 500 asistentes, la mitad o más pudieron ser concejales, son desleales, porque si están dispuestos a incumplir alguna ley están dispuestos a incumplirlas todas, motivo por el cual no merecen ser alcaldes.
Si sus votantes no fueran unos descerebrados ya les habrían exigido que abandonen el cargo. No lo han hecho y si deciden seguir hacia delante es necesario que sufran las consecuencias.

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