sábado, 29 de julio de 2017

Justificación de las Autonomías

Hay bobos, como el que preside la Generalidad Valenciana, que piensan que el centralismo es un invento del diablo, sin darse cuenta de que funciona bien en muchos países democráticos. Quizá si se viera con posibilidades de llegar a la presidencia de la Nación pensaría de otra forma.
A la vista de los presidentes autonómicos que hemos tenido en España, tan catastróficos todos, incluido obviamente el citado en el párrafo anterior, se puede pensar que el sistema autonómico ha sido un fracaso, y es cierto, pero no porque estuviera mal concebido, sino porque no se desarrolló bien la idea.
Las Autonomías deberían servir para acercar la Administración al ciudadano, para resolver los problemas con mayor rapidez y para cuidar y fomentar aquellas tradiciones y costumbres que merecen la pena, desechando las que no, y sin embargo la Administración sigue estando lejos, porque los políticos autonómicos también van en carrozas de oro y los problemas no se resuelven con mayor rapidez, sino que se crean problemas nuevos y más grandes.
El sistema autonómico ha servido para que el gasto público crezca desmesuradamente, y luego no haya dinero para pagar los medicamentos o las pensiones, sin ir más lejos. Pero no queda ahí la cosa, lo peor de todo no es el dinero que se gasta sin que de ello se derive ningún beneficio para los ciudadanos, sino que una parte considerable de la población ha enloquecido de forma irreversible. Tiene unos delirios y unos sueños de grandeza injustificados desde cualquier ángulo que se mire.
Muchas lenguas que han sido muy importantes en el pasado y que han servido para que grandes literatos escriban obras maestras están en declive, mientras que aquí tenemos una lengua heptamilenaria por lo menos, que hablan tres gatos y medio y otra que hasta el siglo XIX no había dado señales de vida, y ahora resulta que son imperiales, de obligado conocimiento y camino hacia Dios. 


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