lunes, 3 de julio de 2017

Por encima de la náusea

En tiempos aparentemente normales, como los de ahora, en los que la banda terrorista ETA ha cambiado de estrategia, porque piensa que la suya genuina ya no puede dar más frutos, la náusea también asoma y lo hace de la mano de ciertos rufianes, que hacen del insulto, la provocación y el desprecio caprichoso su estrategia para vivir del dinero público.
Pero en la época en la que la banda terrorista condicionaba la vida política de España, sembraba el terror y destrozaba vidas y familias, para gozo de sus secuaces más o menos encubiertos, que hacían de la equidistancia un arte y de la indignidad una costumbre, algunas personas supieron estar por encima de toda esa muchedumbre nauseabunda. Maite Pagazaurtundúa lo ha contado así: «Fuera de nuestra familia no comentábamos la amenaza de muerte que ya se cernía sobre mi hermano Joxeba, porque dos años antes un comando de ETA había sido detenido por la Guardia Civil a pocos días de asesinarlo. Nuestra madre había sido increpada por algunos radicales y empezaba a notar que su presencia resultaba incómoda en algunos lugares donde hacía la compra. Nosotros, sus hijos, ya no podíamos salir de noche por Hernani, porque habían puesto en marcha lo que llamaron “socialización del sufrimiento”, que consistía en una estrategia de acoso integral para todos los que no compartíamos la ideología nacionalista vasca sin ocultarlo ».
Consuelo Ordóñez deja clara la naturaleza de esta gente: «Nunca. Jamás olvidaré lo que le escribiste a tu madre, Pilar, en una carta que nunca le llegó. Una carta que evidenciaba de la manera más brutal cómo el entorno, el contexto, era capaz de hacer saber a uno que lo iban a matar».
Rosa Díez proporciona otra información que muchos prefieren no ver: «Y vimos cómo cuando la banda volvió a estar operativamente débil, el PNV le tomó el relevo y radicalizó el discurso contra el Estado y sus instituciones, contra las víctimas… »


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