domingo, 2 de julio de 2017

Aznar se pone nervioso y Puigdemont es tonto

José María Aznar ya no habla catalán en la intimidad, ahora le exige a Rajoy que aplique el artículo 155, como si el presidente todavía fuera él.
Habría que ver a Aznar en el sitio de Rajoy, con 136 diputados y la compañía de Sánchez, Iglesias y Rivera entre todos. Afortunadamente no es así y el actual presidente tiene los nervios más templados y mayor agudeza intelectual, aunque presuma de que sólo lee el Marca y los haya que se lo crean.
Aznar le dio a Pujol todo lo que éste le pidió. Una de esas dádivas, que tan cara nos cuesta a los valencianos, es la Academia Valenciana de la Lengua. No tiene vergüenza a Aznar, si en lugar de darles alas a los catalanistas les hubiera parado los pies Rajoy no tendría esos problemas. Pero con solo que hubiera cumplido lo que prometió en la campaña electoral, que era establecer la separación efectiva de poderes, habría sido suficiente, porque los nacionalistas necesitan imponer, puesto que no tienen argumentos para convencer fuera de la mentira, y no habrían podido pasar por encima de los jueces. Pero antes de Aznar estuvo González, que ya hizo muchas concesiones a los nacionalistas y luego vino Zapatero, que les dio mucho más.
Por su parte, Puigdemont, que siempre tiene la palabra democracia en la boca, demuestra cada vez que habla que no tiene ni idea de su significado. Es un peligro público y no debería andar suelto por la calle. Ahora presume de que da miedo. Un demócrata nunca puede dar miedo a nadie. El querer dar miedo está reñido con el espíritu democrático. Miedo quiere dar un macarra, pero una persona civilizada no. La democracia precisa de personas civilizadas, las que están por desbravar no pueden vivir en democracia. También quieren dar miedo los fantasmas.




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