martes, 4 de julio de 2017

Juan Carlos I jamás ha estado a la altura requerida

Sólo fue prudente durante el franquismo, cuando todo el mundo pensaba que simulaba ser tonto y a lo mejor no simulaba. Tras la muerte de Franco dio rienda suelta a su egoísmo rampante y no le ha importado poner en riesgo todo lo que ha estado bajo su influencia.
Tampoco ha sabido aceptar en silencio la decisión de la Casa del Rey, aunque con sus gritos haya perjudicado a su hijo y puesto en peligro la Monarquía, lo que ya había hecho anteriormente innumerables veces. El hecho de que Pablo Iglesias estuviera en contra de la decisión de la Casa del Rey demuestra que ésta acertó plenamente.
Si Juan Carlos I se hubiera comportado de modo responsable y hubiera sabido apreciar el mérito de Adolfo Suárez el intento de golpe de Estado no se habría producido. Ese deseo suyo, tan egoísta e infantil, de querer pasar como artífice de la Transición, cuando no fue más que un espectador privilegiado, estuvo a punto de cargársela. Claro que hay un puñado de gente empeñado en escribir la historia del modo que no fue.
Luego se cargó a su familia. No hay más que fijarse en ella para ver que no existe como tal. De Sofía se decía que era una profesional. ¿Qué iban a decir? Los devaneos de Juan Carlos I nos han costado mucho dinero a los españoles y mucha vergüenza.
Supo callar cuando su padre se lo entregó a Franco. Se atuvo a la disciplina que le impusieron, porque de eso dependía su reinado, que ha disfrutado a tope y ha engrandecido su fortuna. Si fuera cierto que el artífice de la Transición fue él no le importaría quedarse al margen ahora, pero sabe que no es cierto, que estuvo allí por suerte, que todo lo decidieron personas ajenas a él. 

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