jueves, 6 de septiembre de 2018

Cataluña con eñe

Se les hacen demasiadas concesiones a los nacionalistas, la primera de todas fue admitirlos en el juego democrático, cuando el nacionalismo es incompatible con la democracia; y la segunda, darles ventajas sobre los demás y sin duda que las han aprovechado bien.
A partir de ahí se les van haciendo cada vez más concesiones, como la escribir Cataluña con esa grafía propia de su dialecto infame e infecto, incluso cuando se habla o se escribe en español. Esos tienen una manía enfermiza a la letra eñe y al dígrafo ch, que tratan de erradicar sustituyéndolos por otras letras que invaden de forma abusiva palabras en las que jamás deberían figurar, como es el caso de Marchalenes, como ha demostrado el investigador valenciano Don Juan Bautista Viñals Cebriá, y que ellos, en su terquedad asnal, insisten en escribir de otro modo.
Los nacionalistas no respetan nada, son como los cerdos que cuando entran en un sembrado lo destrozan todo, o quizá sea más apropiado compararlos con el señor de las moscas, porque se obstinan en molestar, incordiar, ofender, ocupando todos los espacios con esas porquerías amarillas con las que proclaman a los cuatro vientos su insolidaridad, su desprecio por las leyes, su desconsideración y menosprecio a los demócratas, su empecinamiento en ultrajar lo más venerable.
Se les hacen demasiadas concesiones a estos elementos tan elementales y en lugar de decir o escribir gobierno regional catalán se emplea otra palabra en esa lengua vernácula que se inventó un tal Fabra, y se emplea con tal solemnidad que da risa, dados los elementos que lo componen, Torra, Artadi, Maragall, etc., que cobran sus sueldos de España y atacan a España, y lo hacen además de forma vulgar y chapucera, porque se saben apoyados por dos millones aproximadamente de enfermos, cuya locura parece irreversible e incluso con visos de ir en aumento.

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