sábado, 29 de septiembre de 2018

Manuel Valls, candidato

La carrera política de Manuel Valls, a pesar de su juventud, parece finiquitada en Francia, no por culpa suya, sino por la descomposición de su partido. Si a esta circunstancia se le añade que nació en Barcelona y que su padre también era oriundo de la Ciudad Condal se entiende que intente convertirse en alcalde de esta ciudad.
A Barcelona le conviene, porque es un político experimentado y de probada capacidad gestora, y también porque el prestigio de este candidato en todo el mundo repercutiría para bien en ella.
En principio, tiene posibilidades de ganar, porque viene de un partido socialista y en los primeros tiempos de la democracia los socialistas solían ganar en Barcelona. También tiene a favor que, como la inmensa mayoría de los catalanes, nacionalistas o no, se ha tragado bastantes bolas de los catalanistas y esto lógicamente ayuda a que los votantes de una región infectada por el virus del nacionalismo lo consideren de los suyos.
Pero no está todo tan claro dado el auge de los populistas en el mundo, que ha permitido que una mujer tan burda como Colau, a la que Azúa mandó a freír pescado, o quizá a vender, sea quien actualmente disfruta de la vara de mando, para vergüenza de los barceloneses que conservan algo de sensatez.
Colau no sería rival para Valls ante un electorado que tuviera suficientes dosis de lucidez y amor a la ciudad, pero pensar en esto en lugares envilecidos por el nacionalismo y el populismo es utópico.
Y al parecer habrá otro candidato en Barcelona, muy interesante desde cualquier ángulo que se examine, porque se trata de un empresario alemán, Karl Jacobi, que lleva decenios residiendo en la ciudad, que la vive intensamente y que por motivos lógicos no se ha dejado infectar por el populismo ni por el nacionalismo. Como en el caso de Valls, sería un gran reclamo publicitario que consiguiera convertirse en alcalde. 

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