miércoles, 2 de julio de 2014

El lendakari Urcullu

Es un tipo que tiene un cargo oficial merced a que la Constitución española lo permite. Es decir, tiene un cargo conseguido legalmente, no por las armas o cualquier otro método no democrático. Hay que recalcar esto, porque es lo permite esperar que su comportamiento sea digno.
Y, sin embargo, urge al gobierno a acordar la política penitenciaria para avanzar en el fin de ETA, lo que traducido al lenguaje académico significa que urge al gobierno a que se rinda ante ETA.
Este tipo tan simpático, que se llama Urcullu, podría urgir a ETA para que ordene a los culpables de los atentados sin resolver que se entreguen a la Guardia Civil.
Todo el mundo sabe que sin los nacionalismos vasco y catalán no hubieran podido surgir los grupos terroristas ETA y Terra Lliure. Esos delirios nacionalistas, esas reivindicaciones quiméricas, esas falsificaciones históricas, esas tergiversaciones, esas mentiras, constituyen el caldo de cultivo idóneo en el que nacen, crecen y traman sus atrocidades los infames terroristas.
Cuando las personas de bien se dan cuenta de que sus ideas son utilizadas por otros para justificar sus fechorías, abandonan esas ideas, o no les dan publicidad. Y eso en el supuesto de que esas ideas estén basadas en hechos ciertos.
Los hechos ciertos son los que ponen sobre la mesa Covite y su presidenta Consuelo Ordóñez. Todo el terror que ha sembrado ETA no debería quedar impune. No se debe consentir jamás que una banda terrorista logre ningún tipo de éxito, ni pequeño ni grande, frente a un gobierno legítimamente constituido. La dignidad de los ciudadanos está en juego. Algunos pueden sufrir la tentación de creer que Covite defiende los intereses de las víctimas del terrorismo del País Vasco y nada más. Pues no, porque al defender los intereses de las víctimas, exigiendo el cumplimiento de las leyes, defienden la dignidad de todos.
Lo del lendakari daría risa si no fuera tan grave.

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