domingo, 13 de julio de 2014

El PSOE quiere parecerse a Podemos



Y en cierta medida el PP también. Todo ello es consecuencia de este sistema político que permite que los partidos se hayan convertido en estructuras piramidales de poder cerradas. Es poco el aire fresco que circula en su interior.

Y puesto que la función primera de los partidos en estas circunstancias es conseguir todo el poder que puedan y conservarlo, han perdido de vista sus respectivos idearios. Se basan en las numerosas encuestas que encargan y en los estudios sociológicos consiguientes para conocer los gustos de sus potenciales electores y saber qué es lo que esperan de ellos, para luego tratar de adaptarse a esos criterios.

Habida cuenta de que en este particular estado de cosas, que en apariencia es democrático, pero que en realidad permite imponer, mandar y funcionar a base de eslóganes e ideas simplonas, los nacionalismos encuentran su caldo de cultivo ideal, se entiende que gran parte del personal esté confundido y defienda cosas que en modo alguno le benefician.

Al perder su ideario, el PSOE está en trance de desaparición. El PP también está muerto. Digamos que a estos dos partidos los mantiene en pie la inercia.

En su afán por parecerse a Podemos, incluso antes de que este partido existiera, el PSOE se ha ido degradando. UPyD sí que mantiene el ideario, pero ya se va viendo que sería necesario que hubiera una mayor calidad democrática en España para que pudiera recoger el testigo del PSOE, del que surgió.

Podemos es un partido que, como los nacionalistas, se sirve de las debilidades del sistema para medrar. No le hace ascos, ni mucho menos, a la demagogia, a la tergiversación o al coqueteo con quien sea con tal de pasar a formar parte de la casta y si puede ser desalojar a todos los que ahora la componen para usufructuarla por completo.

La única posibilidad para el PSOE consiste en volver a sus principios.
 

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