sábado, 12 de noviembre de 2016

Los coletudos camaleónicos

Les molesta a los coletudos que se hable de Venezuela y sus simpatizantes se refieren alegremente a las supuestas decisiones judiciales para afirmar que es mentira que reciban financiación del régimen de Maduro, cuando esto último no se puede desmentir, ni tampoco su admiración por Chávez y los Castro.
Se presentan ahora estos coletudos, aficionados a presentarse ante el Rey, en visita oficial, de modo desgarbado y a montar numeritos en el Parlamento, como seres moderados y razonables, pero en ese discurso con el que pretenden esconder a la opinión pública sus verdaderas intenciones anida, agazapado, disimulado, el quid de la cuestión. Necesitan un enemigo ante el que volcar su odio y lo señalan. Pero no es la banda terrorista ETA, contra lo que se podría pensar, ni esos amigos de los etarras, con los que se llevan muy bien. No esconden estos coletudos sus simpatías por Otegui y si esconden las que posiblemente sienten por otros terroristas es porque piensan que hacerlo puede tener un coste electoral.
El enemigo al que apuntan es el que proporciona empleo a muchos españoles. Es curioso que los coletudos acusan a los empresarios de hacer lo mismo que ellos pretenden.
Los coletudos quieren condicionar la vida de los españoles y si lo hacen ellos está bien, pero si lo hacen los empresarios está mal.
Dicen que hay que cavar trincheras y lo dicen ese discurso pretendidamente moderado y razonable. Se adivina que quienes no les aplaudan pasan automáticamente al otro lado de la trinchera con todas las consecuencias que eso implica.
Los discursos o artículos que puedan publicar en medios convencionales contrastan con los que circulan en lugares más íntimos, que, por lo general sólo visitan los muy convencidos, en donde no reprimen su odio, ni su sed de venganza. Hay gente que necesita vengarse del mundo y los hay que saben vivir de esa gente.

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