El diario El País se ha servido de la
gran calidad que en general hay en sus páginas para practicar un
dirigismo que ha venido siendo muy del agrado de sus lectores más
sectarios. Esto le permite continuar por esta senda, aunque cada vez
con menos influencia.
A Camps le tuvieron que dedicar casi
veinte portadas, pero no se sabe si fueron más efectivas las tres
cartas dominicales de Pedro J., o si ninguna de las dos cosas sirvió
para nada y cayó por otros motivos.
En cualquier caso, parece evidente que
los votantes de Estados Unidos tampoco le hacen mucho caso a El País,
o quizá sea que su influjo haya sido contrarrestado por la acción
de algunos gafes, como Pdr Snchz o Iceta. Pepiño ha resultado ser
más listo que estos.
Los humanos pensamos a la mínima en que
se avecina una catástrofe y vistas las cosas desde la otra punta del
universo lo que pasa apenas tiene importancia. Ahora estamos, por lo
visto en un ciclo en el que el populismo está en auge. En unos
sitios, de derechas y en otros de izquierdas. Esta realidad se
constató cuando Bergoglio fue elegido papa.
La humanidad es caprichosa, inconstante,
inmadura, volátil, incapaz de apreciar lo bueno, salvo raras
excepciones. Con estos mimbres no se pueden pedir milagros.
En todas partes triunfa la mediocridad,
porque no hay otra cosa para elegir. Los mejores ni siquiera se
asoman a la política, porque saben que sus posibilidades son nulas.
Este estado de cosas es realmente
pernicioso para España, porque aquí hay que mantener y soportar a
18 mediocres y sus todavía más mediocres colaboradores, y todos
ellos manejando el dinero de los impuestos. Un presidente del
gobierno y 17 presidentes de Autonomías, entre los que hay de muy
burros y de muy cínicos.
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