jueves, 10 de noviembre de 2016

Alguien como Churchill

Si alguien equiparable a Winston Churchill, que lo debe de haber, no podría ganar unas elecciones en ninguno de los países democráticos si lo intentara en estos tiempos que corren.
Lo más probable es que ni siquiera pudiera llegar a ser candidato. La situación actual ha llegado a unos extremos tales que los mejores ni siquiera se acercan a la política, porque perciben las grandes dificultades que tendrían que arrostrar si lo hicieran.
Triunfan los métodos populistas en todas partes y el trabajo bien elaborado y que se demuestra que funciona es visto con desprecio, cuando no con resquemor, como se viene demostrando con UPyD.
Hay un repliegue de los mejores ante el crecimiento de las masas, que puede parecer imparable, pero ya se va viendo que no hay más remedio que hacer frente a esto. Este crecimiento del populismo ha pillado desprevenidos a los británicos y a los estadounidenses, cuyas democracias parecían a prueba de bomba. En Francia, cuya democracia también tiene raigambre, es probable que ocurra lo mismo.
En España es más difícil que cuaje, porque el populismo empezó antes y de modo parcial, lo que ha permitido que la sociedad española vaya creando defensas. Fueron los nacionalistas, que utilizan las mismas tácticas, y los catalanes de pro se han dado cuenta de que no es conveniente la impasibilidad ante el avance de la barbarie y se han organizado grupos de resistencia, que van obteniendo indudables éxitos.
También es una suerte para España que el PSOE no tenga más remedio que frenar a Podemos, porque de eso depende su supervivencia. Pero es que además, el populismo del PSC también obligará a su matriz, el PSOE, a replantearse muchas cosas.
Farage ha hecho mucho daño al Reino Unido, Trump se lo hará, probablemente a Estados Unidos, Le Pen se prepara para hundir a Francia, pero los populistas de España no pueden hacer tanto mal, porque se están encontrando con fuertes resistencias.

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