domingo, 27 de noviembre de 2016

Predice la muerte de Trump

Lo ha hecho una adivina, vidente o similar. Videntes son los que ven y los hay que aseguran que ven cosas que permanecen ocultas para otros, tal como lo que va a suceder en el futuro.
Algunas de esas personas consiguen que se las crea hasta el punto de que hay quien les paga a cambio de sus vaticinios. Ignoro como estarán tipificados esos ingresos en Hacienda, si hacen factura y pagan IVA, etc. El hecho curioso es que muchos de los que van una vez repiten. Supongo que los psiquiatras y los psicólogos soportan con ánimo estoico que clientes que deberían ser suyos opten por este otro modo de aliviar tensiones internas.
El caso es que creo yo que estos ‘profesionales’ suponen un peligro, no sólo por la cantidad de dinero que manejan, quizá en negro, sino por la credulidad de quienes acuden a ellos y la impunidad con que es posible que ‘trabajen’. Es decir, si alguien va a ellos a buscar una solución y lo que ellos creen que es supone en realidad un disgusto para sus clientes y acaban en el hospital, si no en la tumba, nadie sabrá el motivo de la enfermedad o de la muerte.
Alguien predice la muerte de Trump durante su mandato y si no ocurre no pasa nada. La noticia de la predicción se olvida. Pero si por cualquier motivo ocurre, esta casualidad obraría como un potente anuncio publicitario que haría que se llenaran de clientes los salones de adivinar, sin darse cuenta del riesgo que corren.
La credulidad es uno de los riesgos más grandes para la salud humana. Aunque cabe añadir que no sólo la explotan los adivinos. Por eso es tan sano desconfiar de quienes se sirven de ella. La duda es uno de los nombres de la inteligencia, dejó escrito alguien muy ducho en el arte de pensar.

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