viernes, 15 de enero de 2010

Egibar, portavoz del PNV

Si tuviera que elegir entre Leire Pajín y Joseba Egibar, optaría, sin ningún género de dudas, por la primera. Porque aunque tenga la cara más dura que el hormigón armado, no puedo imaginármela haciendo el juego a la ETA. Creo que ella es capaz de casi cualquier cosa por complacer a Zapatero, pero también estoy convencido de que los dos, Zapatero y Pajín, aunque puedan cometer errores de bulto, ansían acabar con la banda criminal.
Lo del PNV es otra cosa. Somos muchos los que pensamos que si el PNV no hubiera gobernado nunca en el País Vasco, ETA hubiera durado muy poco. En estos momentos en que no gobierna, se nota que a la banda le falta el aire. Y no sólo le falta el aire a ETA, también andan algo disgustados Setién, Uriarte y sus seguidores. No se entiende que el Vaticano, que lo sabe todo, les haya consentido tanto.
La cuestión es que han cogido a uno de la banda, Pedro María Olano, tremendamente malo, tan malo que si no ha matado a nadie no es por no haberlo intentado, y resulta que tras su detención se ha sincerado con la guardia civil. Y viene el “bueno” de Egibar, lo de bueno entre comillas, y sugiere que la guardia civil no ha obtenido la confesión por las buenas. Es proverbial el odio de Egibar a la guardia civil, pero todo el mundo sabe que si en el País Vasco hubiera habido más Guardia Civil y menos PNV, habría menos muertos y más riqueza en aquella parte de España.
Aquellos que aun alaban el espíritu de la Transición deberían darse cuenta de que el lodazal en que se ha convertido España viene de entonces. No se puede negar a estas alturas que el hecho de que González, Aznar y Zapatero hayan precisado del apoyo de los nacionalistas ha conducido al caos actual. Si el espíritu de la Transición hubiera sido más sincero y responsable hubiera salido otra cosa.

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