Como ciudadano español, que paga sus impuestos y participa en la vida pública en la medida que los todopoderosos partidos españoles lo permiten, me daría vergüenza que De Juana o Azpiazu, esas escorias de la sociedad, hubieran recibido en las cárceles españolas un trato parecido al que ha de soportar María José Carrascosa en las cárceles del corrupto Estado de Nueva Jersey.
Nada de esto puede ocurrir, pues los nacionalistas ya procuran que estén bien, financian en exceso a sus familiares para que los visiten, etc. Pero una cosa es que no se permita a los carceleros hacer las salvajadas con las que se entretienen los de Nueva Jersey (y hay ciudadanos españoles y de otros sitios que se alegran de que María José pase por eso), y otra muy distinta que se tengan tantos miramientos como se tienen con los asesinos.
A María José la fueron a visitar seis diputados valencianos y por ello la metieron en una celda de castigo durante quince días. ¿Qué culpa tuvo ella de que la visitaran? Escribió Reyes Monforte un libro sobre el caso y la volvieron a castigar. Cuando se les ocurre se presentan en su celda por la noche sin aviso y la someten a todo lo que quieren. Todo por defender a su hija de un delincuente al que el infame juez quiere que le entregue a su hija.
Y los etarras encarcelados, en cambio, incluso amenazan con huelgas de hambre. ¿Es que no hay un término medio entre la bestialidad y la estupidez? A los etarras que hagan huelga de hambre que les pongan un bocadillo a su disposición y cuando se lo coman, tanto si tardan una hora en hacerlo como si son cinco días, que les pongan otro. No cabe ninguna otra preocupación. A los etarras no les gusta morir, sino matar. Y cuando por algún motivo pasan a otra vida no faltan curas que estén dispuestos a celebrar la homilía.
Nada de esto puede ocurrir, pues los nacionalistas ya procuran que estén bien, financian en exceso a sus familiares para que los visiten, etc. Pero una cosa es que no se permita a los carceleros hacer las salvajadas con las que se entretienen los de Nueva Jersey (y hay ciudadanos españoles y de otros sitios que se alegran de que María José pase por eso), y otra muy distinta que se tengan tantos miramientos como se tienen con los asesinos.
A María José la fueron a visitar seis diputados valencianos y por ello la metieron en una celda de castigo durante quince días. ¿Qué culpa tuvo ella de que la visitaran? Escribió Reyes Monforte un libro sobre el caso y la volvieron a castigar. Cuando se les ocurre se presentan en su celda por la noche sin aviso y la someten a todo lo que quieren. Todo por defender a su hija de un delincuente al que el infame juez quiere que le entregue a su hija.
Y los etarras encarcelados, en cambio, incluso amenazan con huelgas de hambre. ¿Es que no hay un término medio entre la bestialidad y la estupidez? A los etarras que hagan huelga de hambre que les pongan un bocadillo a su disposición y cuando se lo coman, tanto si tardan una hora en hacerlo como si son cinco días, que les pongan otro. No cabe ninguna otra preocupación. A los etarras no les gusta morir, sino matar. Y cuando por algún motivo pasan a otra vida no faltan curas que estén dispuestos a celebrar la homilía.
2 comentarios:
Me temo que no existe el punto medio. Todo se magnifica, unos por un extremo y otros por el contrario.
Se ve que atinar la justa medida resulta muy difícil y cansado, conque prefieren dejar el dial en un tope u otro.
La solidaridad de tod@s l@s ciudadan@s con María José Carrascosa, dado que es una causa justa y la maltratan tanto a nivel judicial.
Hay que hacer algo en favor de ella, es un imperativo.
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