Se refiere Lluis Foix, en La Vanguardia a la pugna que sostienen Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, que repugna a todos y que propicia este sistema político que padecemos y del que tan orgullosos se sienten quienes lo configuraron. Pero la cuestión es que se refiere a la pugna madrileña. Todo lo que sea atacar a Madrid tiene éxito en Cataluña.
Los complejos de superioridad, como en este caso de los catalanes con respecto al resto de españoles, me llenan de curiosidad. ¿En qué se basan? Los nacionalistas, o sea, parte de los catalanes, no todos, miran con desdén a los madrileños y por encima del hombro a los valencianos. Pero Jiménez Losantos tuvo que salir por pies de Cataluña, porque le pegaron un tiro y lo dejaron atado a un árbol, y Albert Boadella también ha tenido que tomar otros rumbos. La presión de los nacionalistas sobre los no nacionalistas no es fácil de soportar. Antonio Ubieto tuvo que salir de Valencia, porque los catalanistas valencianos le hicieron la vida imposible.
Para escarnecer a los madrileños, Foix compara la pugna de Aguirre y Gallardón con la de Nicolas Sarkozy y Dominique Villepin, en realidad se detiene sobre las dotes literarias de éste último. Claro, no los iba a comparar con Manuel Montilla, Josep Lluis Carod Rovira, Artur Mas, o Joan Laporta. ¿Es que Montilla, Carod, Mas o Laporta son mejores que Aguirre y Gallardón? Esta partitocracia oligárquica que padecemos da lo que da y propicia lo que vemos a diario. Donde no hay disputas es porque se ejerce un control férreo y en donde éste no se puede imponer las ambiciones ciegan el entendimiento. Lo que diferencia a España y Francia en lo que a la política se refiere no es la calidad de sus líderes, sino la superior experiencia democrática de los franceses sobre los españoles. En la España de hoy, probablemente, Sarkozy y Villepin no desmerecerían de los que tenemos.
Los complejos de superioridad, como en este caso de los catalanes con respecto al resto de españoles, me llenan de curiosidad. ¿En qué se basan? Los nacionalistas, o sea, parte de los catalanes, no todos, miran con desdén a los madrileños y por encima del hombro a los valencianos. Pero Jiménez Losantos tuvo que salir por pies de Cataluña, porque le pegaron un tiro y lo dejaron atado a un árbol, y Albert Boadella también ha tenido que tomar otros rumbos. La presión de los nacionalistas sobre los no nacionalistas no es fácil de soportar. Antonio Ubieto tuvo que salir de Valencia, porque los catalanistas valencianos le hicieron la vida imposible.
Para escarnecer a los madrileños, Foix compara la pugna de Aguirre y Gallardón con la de Nicolas Sarkozy y Dominique Villepin, en realidad se detiene sobre las dotes literarias de éste último. Claro, no los iba a comparar con Manuel Montilla, Josep Lluis Carod Rovira, Artur Mas, o Joan Laporta. ¿Es que Montilla, Carod, Mas o Laporta son mejores que Aguirre y Gallardón? Esta partitocracia oligárquica que padecemos da lo que da y propicia lo que vemos a diario. Donde no hay disputas es porque se ejerce un control férreo y en donde éste no se puede imponer las ambiciones ciegan el entendimiento. Lo que diferencia a España y Francia en lo que a la política se refiere no es la calidad de sus líderes, sino la superior experiencia democrática de los franceses sobre los españoles. En la España de hoy, probablemente, Sarkozy y Villepin no desmerecerían de los que tenemos.
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