Para defender sus tesis, los nacionalistas necesitan sobrevalorar lo suyo y desestimar, cuando no menospreciar, el resto. Han de marcar una línea precisa, que separe lo suyo del resto. Nosotros, lo nuestro, son locuciones habituales entre los nacionalistas, para distinguirse de lo de ellos, lo de los otros, con los que quieren saber poco y guardando las distancias.
José Ángel González Sainz, en la estupenda novela “Ojos que no ven”, explica con detalle como una familia que ha permanecido unida y sin fisuras durante más de diez años al verse obligada a emigrar al País Vasco se rompe por la mitad, dos de sus componentes “se integran” y los otros deciden permanecer fieles a sí mismos; la ruptura es, por supuesto, irreversible y tremendamente dolorosa para todos. Adoptar una ideología no es, evidentemente, lo mismo que ponerse a meditar.
Pero a veces, el fluir de la vida se impone sobre la radicalidad de las ideologías, como demuestra una noticia publicada en guardiasciviles.com, según la cual, una independentista vasca se ha casado con un guardia civil. La protagonista de la historia cuenta que tiene una amiga a la que le ocurrió algo parecido y entonces la tenía por traidora. El amor, ¡hay que ver las cosas que tiene el amor!, la ha hecho pensar y concluye en que “a las personas no se las puede juzgar ni amenazar por sus ideas políticas”, todo un descubrimiento.
José Ángel González Sainz, en la estupenda novela “Ojos que no ven”, explica con detalle como una familia que ha permanecido unida y sin fisuras durante más de diez años al verse obligada a emigrar al País Vasco se rompe por la mitad, dos de sus componentes “se integran” y los otros deciden permanecer fieles a sí mismos; la ruptura es, por supuesto, irreversible y tremendamente dolorosa para todos. Adoptar una ideología no es, evidentemente, lo mismo que ponerse a meditar.
Pero a veces, el fluir de la vida se impone sobre la radicalidad de las ideologías, como demuestra una noticia publicada en guardiasciviles.com, según la cual, una independentista vasca se ha casado con un guardia civil. La protagonista de la historia cuenta que tiene una amiga a la que le ocurrió algo parecido y entonces la tenía por traidora. El amor, ¡hay que ver las cosas que tiene el amor!, la ha hecho pensar y concluye en que “a las personas no se las puede juzgar ni amenazar por sus ideas políticas”, todo un descubrimiento.
Tal es la situación que aunque ella sigue anclada en sus “raíces”, o sea, no ha dejado de lado al mundo abertzale, aunque ve personas donde antes “veía” otra cosa, quisiera irse con su recién creada familia a otro lugar en el que no sea considerada traidora, en el que no tenga miedo a que le pongan una bomba, en el que pueda dejar tranquilamente a su hijo en el colegio.
1 comentario:
Escalofriante post.
Menudo testimonio, el de la abertzale casada con el guardia civil.
Es dificil de digerir (me refiero a ella), por lo que dices que sigue anclada en sus raíces pero ahora se ve amenazada por "los suyos" y sufre por su familia.
Esto es el nacionalismo, efectivamente, la sinrazón de exigir algo imposible, ilegal, sólo por voluntad irracional, y en el caso abertzale, usando la fuerza bruta y el asesinato sin remordimientos.
Repito, es escalofriante por lo que tiene que las personas que han visto el terror causado por los suyos como una película, algo ajeno, lo sufran ahora en sus propias carnes, precisamente, por los mismos que han apoyado.
Publicar un comentario