Puede Zapatero decir hoy lo contrario que ayer y tener la razón tanto ayer como hoy, no hay más que ver a la grey socialista aplaudiendo ambas veces, y todas las que haga falta, parece ser. Ésta es una sofisticación a la que no se hubiera atrevido González, el amigo de Slim, y quizá por ello anda un tanto celoso y aprovecha cualquier ocasión para volverle la espalda.
Otro que se ha dado cuenta de cuáles son los vientos que soplan ahora es Alfonso Guerra, que decir “quien se mueva no sale en la foto” ha pasado a quedarse todo lo quieto que haga falta o a cantar lo que le manden cuando se lo manden.
La cuestión, según Zapatero, en el día de hoy, hay que recalcarlo, es que retrasar la jubilación hasta los 67 años es razonable, porque se le ha ocurrido a él en el lugar oportuno y en el momento adecuado. El acontecimiento planetario va dejando notar sus efectos, no se entiende tanta incredulidad. Leire Pajín, se ríe.
Otros ministros dicen que el asunto es negociable, pero a ver ahora quien se atreve a negociar con Zapatero. Los hay que se duermen cuando lo escuchan. O sea que es difícil. Las cuentas parecen claras: en esos dos años de retraso de la jubilación, aparte de que sigue pagando en lugar de cobrar, un obrero puede perder la poca salud que le quede a esas alturas, con lo que una vez jubilado no es probable que dure mucho. Hay que exprimir a los obreros todo lo que se pueda, para poder pagar las subvenciones a los sindicatos, los sueldos a los asesores y a los diputados culiparlantes (¡qué sería de los partidos sin ellos!), los caprichos de los nacionalistas, sin olvidar tampoco a los intérpretes de los distintos idiomas españoles, ese [mal]gasto al que Sus Señorías tienen derecho. También hay que mantener ministerios sobrantes, consejerías autonómicas sobrantes, organizaciones sobrantes. El sacrificio de los obreros, ya se ve, tiene motivo.
Otro que se ha dado cuenta de cuáles son los vientos que soplan ahora es Alfonso Guerra, que decir “quien se mueva no sale en la foto” ha pasado a quedarse todo lo quieto que haga falta o a cantar lo que le manden cuando se lo manden.
La cuestión, según Zapatero, en el día de hoy, hay que recalcarlo, es que retrasar la jubilación hasta los 67 años es razonable, porque se le ha ocurrido a él en el lugar oportuno y en el momento adecuado. El acontecimiento planetario va dejando notar sus efectos, no se entiende tanta incredulidad. Leire Pajín, se ríe.
Otros ministros dicen que el asunto es negociable, pero a ver ahora quien se atreve a negociar con Zapatero. Los hay que se duermen cuando lo escuchan. O sea que es difícil. Las cuentas parecen claras: en esos dos años de retraso de la jubilación, aparte de que sigue pagando en lugar de cobrar, un obrero puede perder la poca salud que le quede a esas alturas, con lo que una vez jubilado no es probable que dure mucho. Hay que exprimir a los obreros todo lo que se pueda, para poder pagar las subvenciones a los sindicatos, los sueldos a los asesores y a los diputados culiparlantes (¡qué sería de los partidos sin ellos!), los caprichos de los nacionalistas, sin olvidar tampoco a los intérpretes de los distintos idiomas españoles, ese [mal]gasto al que Sus Señorías tienen derecho. También hay que mantener ministerios sobrantes, consejerías autonómicas sobrantes, organizaciones sobrantes. El sacrificio de los obreros, ya se ve, tiene motivo.
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