domingo, 8 de diciembre de 2013

Las empresas de los sindicatos

El dinero público en España da para mucho en unos casos, y poco en otros. Las subvenciones que se reparten deberían tildarse de escandalosas. Y no hay nadie que trate de arreglar este desaguisado, del mismo modo que a ninguno de los que podían puso empeño en desinflar la burbuja inmobiliaria y dejaron que estallara sola.
La cantidad que perciben los partidos políticos y los sindicatos de las cuotas de sus afiliados son ínfimas, de modo que se financian de forma mayoritaria de las subvenciones que reciben del Estado. Y esto les parece bien. También algunas organizaciones de la patronal reciben dinero de los impuestos.
Los sindicatos mayoritarios son, además, propietarios de un buen número de empresas y gestionan otras. Las sociedades controladas por los sindicatos tienen unos activos que quizá superen los 250 millones de euros, y sus beneficios pueden sobrepasar los diez millones de euros anuales.
Si todo esto lo hubieran conseguido gracias a las subvenciones y las comisiones que se llevan gracias a los ERE y demás actuaciones sindicales, no cabe duda de que la legislación española es muy generosa con ellos. Y también con los partidos políticos y asociaciones de la patronal.
Mientras que un trabajador ha de buscarse la vida, UGT y CC.OO., tienen la vida asegurada. Cada año cobran su subvención, y quizá de año en año se la suben.
Sería cuestión de establecer una verdadera democracia, sin disciplina de voto, y con funcionamiento interno en los partidos políticos y los sindicatos acordes con este sistema política. Lo ideal sería que se financiaran con las cuotas de sus afiliados y si no hubiera modo de que éstas fueran suficientes, los criterios para dar las subvenciones deberían ser otros, y fundamentalmente deberían estar relacionados con el número de afiliados que estuvieran al corriente de los pagos. En realidad, se trataría de quitarles parte del poder que tienen, para entregárselo a los ciudadanos y trabajadores.

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