martes, 3 de diciembre de 2013

Las cosas de Vicenç Navarro

Se ha puesto a buscar fascistas en España, según comenta en su artículo del diario Público, y los ha encontrado en todas partes excepto en donde más hay, que, como todo el mundo sabe, es Cataluña.
Es en esa región española en donde se hacen editoriales conjuntos, en donde se echan a perder periodistas muy capacitados, y no lo digo por el propio Navarro, por aquello de que se someten a lo políticamente correcto del lugar. Es en Cataluña en donde se rinde culto al líder. Acaban de sacar un libro que se titula 'Servir Cataluña. Arturo Mas, el hombre, el político, el pensador'. Ya puede Diógenes apagar el candil. Lo malo es que luego va una foto de Mas en la portada y verle la cara y acabarse el hechizo es todo uno. Anteriormente fue, y de modo sucesivo, Moisés, Martin Luther y Ghandi. Tres en uno.
En Cataluña se da la circunstancia de que los propios gobernantes incitan a los ciudadanos a que se incumplan unas leyes, mientras obligan meticulosamente a que se cumplan otras. Hay cosas que a Vicenç Navarro se le escapan.
Se dice que hay democracia en un lugar cuando alguien que piensa lo contrario que la mayoría puede transitar tranquilamente por sus calles. Ahora hay que ver cómo tratan en Cataluña a los disidentes. Curiosamente, a quienes no se someten a los dictados fascistas se les llama fascistas. El mundo al revés. A los buenos catalanes que ejercen la libertad de opinión se les llama fascistas, y quienes en realidad lo son se autotitulan demócratas.
Mucho antes de que Franco se convirtiera en dictador ya se refirió Américo Castro al carácter imperativo de los españoles. Y es fácil deducir que para que desaparezca ese carácter imperativo la condición necesaria es que en España impere la ley. Y que quien la incumple, sea quien sea, va a la cárcel.

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