sábado, 21 de diciembre de 2013

Sobre la nueva ley del aborto

Hay personas sumamente egoístas y sin consideración con el prójimo que se ponen una pegatina con la leyenda 'Sí a la vida'.
Considero conveniente hacer constar que el movimiento se demuestra andando y no con pegatinas. También considero apropiado decir que Rouco y quienes le siguen, en lugar de organizar manifestaciones en contra del aborto harían bien en realizar colectas para ayudar a las madres solteras o a las embarazadas que no quieran abortar.
Para luchar contra el aborto la mejor estrategia es tratar bien al prójimo. Dejar de lado el egoísmo y la maledicencia.
También quiero hacer constar que la aceptación social del aborto es un mal enorme. Estar de acuerdo con el aborto capricho es fomentar el egoísmo y la prevalencia del fuerte sobre el débil.
Abortar es matar a un ser que no tiene ninguna culpa y cuyo derecho a la vida no se lo puede negar nadie. Sea cual sea el momento en el que se produzca el aborto.
Y, sin embargo, el aborto es una necesidad. Lo prueba el hecho de que se viene practicando desde el principio de los tiempos y que figura en la legislación de todos los países democráticos.
El actual ministro de la cosa se llama Gallardón y siempre ha pretendido pasar por el más demócrata de todos. Quizá los hechos nos lo muestren como el más señorito de todos. Y un señorito ya se sabe que no cuenta con nadie. Apague la luz, por favor. Ni siquiera se levanta él a apagar la luz. Ni a hacerse un café.
El aborto es un asunto grave. En lugar de obedecer a Rouco, Gallardón debería haber consensuado el caso con la oposición. Debería considerar este punto como un asunto de Estado. Si cada vez que cambia el gobierno cambia la ley en un asunto tan importante, la deducción lógica es que España no es un país serio.

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