viernes, 20 de diciembre de 2013

En defensa de Albert Rivera

Albert Rivera es el presidente de Ciudadanos, un partido fundado por una serie de personajes españoles, fundamentalmente del mundo de la Cultura, que se vieron imposibilitados de votar al PSC, por la deriva nacionalista de este partido, y que en modo alguno quería optar por el PP.
Es una decisión plenamente coherente con el sentir democrático. No subvierte nada, simplemente abre un espacio para unas ideas que dejaron de estar representadas. Un demócrata debería aplaudir iniciativas de este tipo, tan pacíficas y respetuosas con la ley.
Y es precisamente el respeto a la legalidad vigente lo que viene exigiendo Albert Rivera en los sitios en los que tiene voz o se la dan. Resulta que lo hace en un lugar en el que la ley es un obstáculo. Da miedo pensar en esto. Y más que miedo, pavor.
Recuérdese los tiempos en que vivió Sócrates. Han pasado siglos desde entonces. Dos milenios y medio aproximadamente. Sócrates era antibelicista, como puede presumir cualquiera que sepa un poco de él. Pero en nombre de la ley se le mandó ir a la guerra y fue. En nombre de la ley se le condenó muerte y se empeñó en cumplirla.
Lo que ocurre es que hay personas decentes y ciudadanos ejemplares y hay elementos que mueven a risa.
A Albert Rivera le hicieron una encerrona en una televisioncita de esas. A algunos caciques les molesta ese empeño en que se cumpla la ley. Saben muy bien esos caciques que la ley es el único refugio de los pobres. Los caciques quieren tenerlo todo bajo control y la ley, lógicamente, es un estorbo.
No sé qué tiene que ver la ley con la verdura, pero presiento que hay verduleras que viven muy bien. En lugar de leyes, coles. Mas coles. Ah, que Mas debe de llevar tilde y se me ha caído. Quizá en la col.

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