jueves, 5 de junio de 2014

El mapa del terror es el espejo en el que ustedes no se quieren mirar

Se lo dijo Consuelo Ordóñez, en el Parlamento vasco, a uno de esos parlamentarios a los que yo no votaría jamás si viviera en el País Vasco.
De hecho, hace pocos años, en Facebook, hice lo posible para que se borraran de mi lista todos los votantes, simpatizantes o mediopensionistas de Bildu, Amaiur y hierbas parecidas. Me costó, puesto que algunos tardaron varios días en hacerse el ánimo, pero no quiero a ninguno de esos en mis alrededores.
También me he llevado alguna sorpresa con gente que pide solidaridad, pero luego no oculta su odio. El dolor, el infortunio y similares deberían servir para extraer lecciones de vida. No se le debería pedir nada a quien se odia o se le insulta. Hay que fijarse bien en qué cosas pueden considerarse como insultos.
Consuelo Ordóñez es una de esas personas que resultan imprescindibles. Lo que ocurre es que hay muy poca gente capaz de hacer lo que ella. Tiene coraje, determinación, vergüenza, sentido cívico, y, lógicamente, quienes carecen de esas virtudes la odian, porque les recuerda su pequeñez humana, esa que tratan de olvidar, recurriendo a engordar sus egos de manera artificial. Mediante chorradas, para decirlo claro.
Consuelo Ordóñez planta cara al terror. Lo viene haciendo desde siempre. La banda terrorista quiso asustarla llenando de pintadas su casa, insultándola y agrediéndola por la calle, amenazándola por teléfono, sin conseguirlo. La banda recurrió a amedrentar a sus clientes y por ese camino sí que consiguió que tuviera que venir a Valencia.
Cuando va al País Vasco a mirar cara a cara a los etarras, o a quienes no condenan el terrorismo, hay quien dice que tiene billete de vuelta 'a Madrid'. Pues no, no tiene billete de vuelta a Madrid. Consuelo Ordóñez merece que se estudie mejor su biografía, cosa que los patanes no entienden.

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