viernes, 20 de junio de 2014

Felipe VI lo tiene difícil

En contra de lo que puedan pensar algunos, Juan Carlos I lo tuvo mejor. El de entonces era un país esperanzado, al que le costó poco metérselo en el bolsillo, y unos políticos y unos medios dispuestos a protegerlo de todo.
Es cierto que en aquellos tiempos hubo tahúres, también fatuos, oportunistas, pavos reales, fantasmas y fantoches. Los tahúres lograron las ventajas que pretendían, pero es porque encontraron apoyo en gentes descuidadas y engreídas.
Los tahúres de hoy tienen la baraja en las manos. Ya ni siquiera tratan de parecer educados. Se muestran tal cual son sin tapujos, conscientes de que el nefasto virus del nacionalismo ha hecho mella en un considerable número de gente y además están los resentidos, que han aprovechado la situación para salir de sus escondites.
Han dicho algunos que “confían en que el Rey obligue a Rajoy a recuperar el diálogo sobre Cataluña”, lo cual es una burrada de calibre superlativo, pero como está dirigida a gentes contaminadas, o sea, con prejuicios, hace su efecto. La obligación de Rajoy como presidente del gobierno es cumplir y hacer cumplir la ley y el Rey no puede obligarle a nada, sino, como mucho, a exigirle que cumpla con su obligación. Sin embargo, lo que buscan estos tipos tan mendaces es aprovechar la debilidad del Rey, dado el desprestigio en que está sumida la Corona en la actualidad, para hacer uno de sus habituales chantajes. El desprestigio de la Corona puede aumentar en los predios dominados por los nacionalistas. Además del chantaje al Rey, aprovechan para poner a Rajoy en el foco del mal, por no ser absolutamente complaciente con los caprichosos nacionalistas.
Y no sólo caprichosos. Andan por ahí incitando al odio, reclamando venganzas de supuestas afrentas pasadas, cuando todos los protagonistas de aquellos sucesos están más que reducidos a cenizas.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis son unos benditos comparados con algunos de los sujetos que nos toca sufrir.

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