martes, 6 de octubre de 2015

Broma macabra del Ejecutivo vasco

En el País Vasco abundan los beatos que van a misa y luego votan al PNV, o incluso a Bildu. No se les puede tomar en serio y llamarles católicos porque lo que hacen es contradictorio.
Alguien de la Iglesia Católica, un obispo, un sacristán, una monja, que tenga autoridad, porque sea una persona formal, debería explicarles que se van a condenar. Arderán en el fuego eterno. El cristianismo es incompatible con el nacionalismo, doctrina esta basada en el egoísmo y el odio al diferente. ¿Cómo puede ir un católico de Bilbao a darse golpes de pecho en misa y a la salida odiar a una señora porque es de Santander o a un caballero que vive en Castellón de Plana? ¿Cómo puede alguien presumir de católico y luego exigir privilegios y reclamar supuestos derechos históricos? La cosa en el País Vasco llega hasta el punto de que la policía pilló a un cura en la cama con una etarra.
La sociedad española, en general, y los partidos políticos excepto uno, como reflejo de ella, han olvidado a las víctimas del terrorismo, lo que permite que el gobierno vasco catalogue a 21 etarras como víctimas que merecen reconocimiento y los ha incluido en un listado para que los pueblos vascos les hagan homenajes.
No se espera que el PP, ni el PSOE ni Ciudadanos hagan la menor protesta. Si creo que lo hará UPyD, de la mano de Gorka Maneiro que se bate el cobre en solitario. A los demás partidos no cabe ni nombrarlos.
Este caso ha salido a la luz gracias a Covite, una asociación modélica, dirigida por la brava y recta Consuelo Ordóñez, que sin apenas medios y con todo en contra defiende la dignidad de los españoles. En defensa de esa dignidad ha pedido la dimisión de Jonán Fernández, responsable de la citada barbaridad. El gobierno, con o sin el apoyo del PSOE, debería exigir su destitución.

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