martes, 2 de agosto de 2016

Forcadell no puede ser Juana de Arco

Ha cometido tantas torpezas, ha dado muestras tan evidentes de sectarismo y de desdén por las leyes, que incluso si se le inicia un proceso penal y como resultado del mismo acaba en la cárcel cualquier intento de convertirla en mártir de la causa vendrá a ser como un episodio más de esa bufonada en que ha venido a convertirse el llamado problema catalán, que como todo el mundo debería saber a estas alturas está basado en mitos y leyendas muy alejados ambos de la realidad.
Creo, incluso, que los mismos catalanes se tomarían a chirigota que Puigdemont fuera a la cárcel y Pujol siguiera en la calle. Uno es tonto y otro es listo, pensarían.
El Tribunal Constitucional ya les ha explicado al secretario del Parlamento catalán y al resto de mentecatos que han participado en esa farsa ofensiva para el resto de españoles, injusta, insolidaria e inconstitucional en qué situación han incurrido y por lo menos el secretario debe de estar evaluando las consecuencias. Los demás, dada su manifiesta irresponsabilidad, quizá estén en Babia, pero no tardarán en darse de bruces contra el muro de la ley. Este agosto va a ser muy caluroso para ellos.
El momento triunfal llegará cuando cada cual pueda rotular su comercio en la lengua que quiera y cuando colgar una bandera en el balcón, la española, la catalana, la europea, no suponga ningún problema para nadie. Cuando los aires de libertad vuelvan a Cataluña y desaparezcan todos esos corsés, condicionamientos, chorradas, etc., la gente respirará satisfecha por las calles y el periodo nacionalista se verá como una pesadilla del pasado.
Cada cual hablará en el idioma que sepa y le entiendan. Recordar las obligaciones pasadas dará dolor de cabeza.
Forcadell será mártir de sí misma. Es culpable por haber permitido que ideas ridículas e insanas penetren en su cerebro.

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