sábado, 6 de agosto de 2016

Los nacionalistas se niegan a pactar con Rajoy

Y nos podemos dar con un canto en los dientes por ello. A veces tenemos mucha suerte. Rajoy estaría dispuesto a concederles, yo qué sé, el acercamiento de los terroristas presos, más dinero para las ‘embajaditas catalanas’, cualquier cosa.
Decididamente, más vale pasar por unas terceras elecciones que tener que alimentar a esos insaciables sinvergüenzas, que son los mayores culpables de la crisis que vive España. Está por ver que los nacionalistas hagan algo bueno en algún lugar. El propio abad de Monserrat reconoce que los nacionalistas han sembrado la división, cosa bien patente, todo sea dicho. El abad no ha necesitado entrar en éxtasis para darse cuenta, sino tan solo fijarse un poco.
Tenemos la clase política más egoísta del mundo, pero entre esas personas tan egoístas destacan por su egoísmo los nacionalistas. No tardará en llegar el día en que la ideología nacionalista sea prohibida en todos los países civilizados.
El hecho de pensar en el fundador del PNV produce asombro. ¿Cómo es posible que un botarate de tal calibre haya podido fundar un partido? Sin embargo, si se tiene en cuenta el dicho «el número de los necios es infinito», el asunto tiene sentido. Los sucesores de ese Sabino Arana están a su altura, claro. De eso no cabe ninguna duda.
Por otro lado, si se ven los frutos del catalanismo, Puigdemont riéndose al recibir la notificación del TC, ¿habrase visto mayor zote?, Junqueras, que como buen catalufo es adicto al lloriqueo, y Colau, que aunque no milita estrictamente en el catalanismo, tampoco está muy lejos y a desvergüenza no la gana nadie. Si alguna vez van a la cárcel esos tres, y algunos más, mucha gente de Cataluña y de fuera de Cataluña se va a alegrar mucho. El que no se va a alegrar tanto será el peluquero de la cárcel a la que vaya Puigdemont. Puede consolarse pensando que peor lo tendría con Anasagasti.

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