sábado, 15 de octubre de 2016

Agreden a dos guardias civiles en Alsasua

Pero tuvieron que juntarse cincuenta para atreverse y con eso estaría dicho casi todo, si no fuera porque con ellos iban sus novias, que también fueron apalizadas.
Estas son las secuelas que deja el nacionalismo: siembra el mundo de cobardes llenos de odio. A partir de ahora habrá que prestar atención para ver cuántos partidos políticos, cuántas asociaciones, cuántos cantautores protestan por tal salvajada y salen en manifestación con pancartas para exigir que los autores de la misma sean identificados, sin que falte ninguno y se les aplique el peso de la ley y la pena de telediario. Sus fotos, en primer plano, deben recorrer el mundo entero.
Por ahora han detenido a dos y tirando de ese hilo debería salir todo el ovillo. El pueblo entero, además, debería colaborar en la identificación de esas escorias humanas, más que nada para que el nombre, Alsasua, no quede ligado a la infamia, como lo están tantos pueblos vascos, entre ellos Andoáin.
Uno piensa en los vascos valerosos y con Blas de Lezo, pero no sólo con él. Si se compara al ilustre marino con estos alsasuarras se percibe claramente que la raza está degenerando. Este hecho fue evidente en el caso de Sabino Arana, pero seguramente no se pudieron tomar medidas para frenarlo porque cuando la bola de nieve comienza a rodar no hay quien la pare, de modo que surgió el PNV y enseguida un grado más en la degeneración, como es Batasuna y similares.
Si las gentes de esos lugares no hubieran perdido la vergüenza y algo más, el Buzón de Joseba estaría rebosante de cartas y lo mismo ocurriría con el buzón electrónico, pero no es el caso.
Tengo amigos vascos y puedo presumir de que ninguno de ellos es cobarde, ninguno es vil, ninguno es tan ingenuo como para creer en la impunidad, ninguno se quedaría de brazos cruzados si viviera en Alsasua. 


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