miércoles, 19 de octubre de 2016

Francisco Rico y sus cosas

No cabe duda de que Francisco Rico es un gran filólogo, ni de que en la especialidad que le es propia es difícil que se le escape algo. Ahora bien, esto por sí solo no significa mucho.
Las cosas que cuenta Arturo Pérez-Reverte de él son de las que como le dijo Pilar Ruiz Albisu a Pachi (mi teclado no tiene tx) López, suponiendo que sean ciertas, hielan la sangre.
Eso de que tengas a una persona como amiga, le atribuyas, por lógica, los valores propios de una persona que se precia de sí misma (nobleza, dignidad, respeto por el contrato tácito que hay en toda amistad,…) y de pronto te des cuenta un día de que nada de eso era cierto, resulta doloroso. No es agradable comprobar que alguien no es como lo habías imaginado y le habías hecho ver que tenías esa idea de él. O de ella.
En Arturo Pérez-Reverte se percibe que tiene unos códigos con los que se podrá estar más o menos de acuerdo, pero también parece fuera de duda de que trata de vivir de acuerdo con ellos y eso siempre es una garantía para quienes tratan con él.
Fue famoso aquel artículo de Francisco Rico en el que afirmaba que en su vida había fumado un cigarrillo. Con esta afirmación daba más fuerza al argumento desarrollado en su artículo, pero perdió mucho más de lo que ganaba cuando quienes lo conocen desvelaron que no para de fumar. Eso no lo supo calcular.
Le he leído entrevistas en las que junto a algunas respuestas acertadas en el terreno que domina muy bien, falla estrepitosamente en cuanto se adentra en el campo de la política, en donde se ve que no dispone de discurso, quizá porque no le interesa, porque quien lo tiene, como consecuencia, pierde amigos.

No hay comentarios: