sábado, 24 de diciembre de 2016

La Guardia Civil en nochebuena

En este día tan entrañable y en general en todas estas fiestas navideñas es conveniente recordar que hay guardias civiles destinados en una región en la que buena parte de sus habitantes están envilecidos hasta el extremo de que hasta el propio Satanás debe de tener envidia de ellos. Este cartel que figura al lado da buena cuenta de ello. Dicen que quieren construir una patria. ¡Ja! Una patria cuya base está compuesta por mierda y cuyo armazón está sostenido por sangre inocente no puede ser una patria. En todo caso será un antro nauseabundo.
La Guardia Civil cumple una misión muy abnegada en defensa de todos los españoles y entre sus cometidos está el de arriesgar la vida, y todo a cambio de un sueldo ridículo. Todos los ciudadanos de bien reconocen y agradecen su labor. Muchos han tenido que recurrir a sus servicios para que les saquen de algún apuro.
En aquellos lugares en los que hay un cuartel sus habitantes descansan más tranquilos. Sin embargo, hay otras zonas en España en la que la miseria moral se ha instalado. Algunos pueblos, como es el caso de Alsasua, han quedado manchados para siempre, puesto que no sólo unas decenas de cobardes llevaron a cabo una acción depravada, sino que luego el pueblo, en lugar de avergonzarse, se solidarizó con esos miserables. También hay partidos políticos que han aprovechado el caso para dar la medida de lo que son. De que no se puede esperar nada bueno de ellos.
Pero es que durante decenios, los guardias civiles que desempeñan sus funciones en esa región vienen recibiendo un trato por parte de la población que es indigno de personas que se precien. Ese trato se hace extensivo a sus familias. El País Vasco se está echando a perder. Y los guardias civiles destinados a ese lugar merecen reconocimiento de todos.

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