domingo, 4 de diciembre de 2016

Un alcalde nefasto

Andan las buenas gentes quejándose de Carmena y de Colau, o riéndose de las ocurrencias de esas dos. Porque las hacen y las dicen gordas.
Da la impresión, no obstante, de que Valencia no existe para ellos. Sólo se acuerdan cuando piensan en el mar, y en tumbarse en la playa. Y en Valencia hay un alcalde equiparable a las dos citadas anteriormente, aunque se puede aceptar que no ha llegado al grado de podredumbre de Podemos, tan cercano ideológicamente y en los modales y procedimientos a esas dos, puesto que Ribó actuó con más decencia en la muerte de Rita Barberá que los de las coletas y los biberones.
El alcalde actual de Valencia es un catalanista irredento e irredimible que margina a todos los que no hablan catalán, puesto que todos los carteles que hay esparcidos por la ciudad y todas las notificaciones están en esa lengua, tan extraña a estas tierras.
Luego gasta dinero, no en lo que debería gastarlo, sino en introducir esa lengua totalmente innecesaria por estos andurriales. Es como tirar el dinero de los impuestos a la basura. Precisamente ahora que se anuncia una subida del IBI y de otros gravámenes indigna pensar que el dinero recaudado se va a gastar en cosas que no benefician en nada al contribuyente, ni le sirven para cosa alguna.
A los viajeros del metro, tranvía o autobús, se les anuncian las paradas en catalán, con lo cual quien no conozca esa lengua, yo mismo, no se entera. En las Casas de Salud, los carteles indicadores van en catalán. Uno quiere saber si le anuncian algo que le interesa, pero se queda in albis.
Claro que todas estas cosas no las hace el alcalde solo. En la Generalidad hay otro catalanista, éste de forma más amagada, como diría Gabriel Miró, pero no menos insiste, ni derrochador en cuestiones similares. Ambos quisieran que todos nos convirtiéramos en catalufos. Hay catalanes y hay catalufos, conviene tener en cuenta esto.

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