miércoles, 28 de diciembre de 2016

No es una inocentada

El caso es que tres sindicatos acostumbrados a recibir cuantiosas subvenciones se han unido para exigir que para ser funcionario en el Reino de Valencia sea obligatorio saber valenciano. Conviene aclarar que ellos llaman valenciano para Batllori era el catalán de Barcelona, un dialecto infame e infecto.
Estos sindicatos alegan que esta es una reivindicación histórica de la izquierda y dan a entender que ahora que los catalanistas copan las instituciones es el momento de sacarla a la luz.
No aclaran la relación que hay entre izquierda y catalanismo; es evidente, pero falta explicar por qué se produce, dado que sobre el papel nacionalismo e izquierda son incompatibles. Tendrían que explicar estos sindicalistas si es que realmente son nacionalistas, pero se dicen de izquierdas para engañar al personal. Otra posibilidad sería que aquello que les acerca a los catalanistas sea la vocación totalitaria, tan propia de los nacionalistas y de la extrema izquierda. Entonces estos sindicatos no serían de izquierdas, como pregonan, sino de extrema izquierda.
Lo que sí se entiende es que los sindicatos dependan mucho más de las subvenciones que de las cuotas de sus afiliados, porque si en lugar de defender los derechos de los trabajadores, optan por imponerles obligaciones estrambóticas y perjudiciales para sus intereses se entiende que el personal no desee pagarles nada.
Conocida la idiosincrasia de los sindicatos, cabe preguntarse si el hecho de que hubiera tantísimos liberados sindicales, y menuda vida que se pegaron algunos, no coadyuvó a que hubiera crisis. También, y dado de que disponen de excelentes economistas que vislumbraron con antelación el estallido de la burbuja inmobiliaria, que dejó en la calle a tantos trabajadores, no hicieron nada por evitarla, ni alertaron de que venía. Y no hay que preguntarles sino recordarles que no se sumaron a las querellas de UPyD contra Bankia, ni dijeron ni pío en ninguno de los casos equiparables a ese.

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