domingo, 11 de diciembre de 2016

Las Autonomías han despedido a 3000 médicos

Puig, con el peluquín que le disimula la bandera catalana que lleva en la sesera, dijo que la Constitución hay que cambiarla. Este señor es un peligro público desde el momento en que su intención manifiesta no es servir a los ciudadanos, sino llevarlos a un despeñadero y empujarlos cuando estén al borde.
Lo prueba el hecho de que vaya a gastarse una lujuria de millones del dinero de los impuestos para reabrir la Televisión Valenciana, porque la necesita para enseñar a todos a hablar en catalán. Este señor se gasta mi dinero para que yo aprenda una lengua que no necesito para nada, ni me interesa en modo alguno. Que ponga escuelas de catalán pagadas por la Generalidad Catalana y que se apunte quien quiera.
Paralelamente, las Autonomías han despedido a más de tres mil médicos interinos, porque si no lo hubieran hecho se habrían convertido en fijos. Si a los dirigentes autonómicos les importaran los ciudadanos suprimirían gastos innecesarios e improductivos para los ciudadanos, como el de esa Televisión Valenciana y muchos otros, y mantendrían a los médicos, porque la salud es lo primero.
Lo que habría que cambiar de la Constitución es, precisamente, esa capacidad de las Autonomías para hacer de su capa un sayo y derrochar sin freno. Habría que cambiar más cosas, como la de no permitir partidos antisistema y establecer la independencia efectiva de poderes de una vez por todas.
Pero estas no son las reformas que quiere este elemento que esconde su catalanismo, como sus socios de Compromís y los otros.
El sistema autonómico español estuvo muy bien concebido y muy mal desarrollado. Como consecuencia de ello ha dado lugar a este desastre actual, en el que los que tienen la cara más dura son los que consiguen más beneficios.

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