lunes, 30 de julio de 2018

El ministro astronauta

Según el dictamen del tiempo transcurrido entre la fecha de la asunción de su cargo y hoy la función del astronauta del gobierno consiste en dar soporte moral al caradura que lo preside y en contestar los tuits de los futbolistas. Puede decirse que es un ministro florero.
Cualquiera que en algún momento haya podido pensar que Pedro Duque es digno de admiración puede olvidar el asunto. Es un señor con unas envidiables condiciones físicas e intelectuales, pero con una voluntad insuficiente, con lo cual se queda a mitad camino, o al principio del camino, de lo que habría podido ser. El sábado pasado, un violento grupo de fascistas, incitados por el no menos fascista Puigdemont, impidieron que el juez Llarena pudiera cenar en un restaurante. El gobierno no va actuar contra esos, sencillamente porque está sostenido por ellos. Y el astronauta ni se inmuta, ni se sonroja de vergüenza, ni dimite para no ser cómplice. Es un pobre diablo.
Pero hay otro florero en el gobierno. ¿Alguien puede pensar que Borrell puede ser garantía de algo? ¿Se ha visto que el serio y altivo Borrell proteste contra esos fascistas que no dejaron cenar a Llarena? Todo en Borrell es puro teatro, puro fingimiento. Y afán de venganza contra el mundo. ¿Cómo si no se puede explicar que esté en ese gobierno que preside un botarate? El gobierno de los guapos cabría llamarlo.
Seguramente, el cociente intelectual de Duque y Borrell es altísimo, pero para lo que les sirve...En el caso de la ministra Calvo, o el presidente Sánchez, ocurra al contrario. Su C.I., debe de ser muy bajo, pero están en la misma situación. Ellos no se darán cuenta, puesto que la inteligencia es lo mejor repartido que hay en el mundo: todos están conformes con la que tienen.
Lo de ser personas de provecho que se afanen en servir a los demás y no en servirse de ellos es otra cosa.

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