jueves, 12 de julio de 2018

Inés Arrimadas en el parlamento catalán

Me entretuve hace unos días con los vídeos de algunas intervenciones de Arrimadas en el parlamento catalán.
La señora derrota sin paliativos a sus oponentes, pero el asunto no tiene mucho mérito. No es que no sea brillante, lo cual no le voy a discutir ni regatear, sino que el discurso de la parte contraria es muy endeble y no se sostiene.
Pero al margen de la gracia con la que desmonta las burradas de esos elementos que la escuchan con enfado, como es el caso de Artadi, o con descaro en el de Torra, hay otra cuestión sobre la que deseo hacer hincapié.
Los discursos de Arrimadas que he escuchado están hechos en español, no obstante, de vez en cuando intercala algunas palabras en el dialecto catalán, con una dicción que debe de ser muy acorde a lo que desean los catalanes. Con ese detalle, se somete a los dictados nacionalistas, les hace esa concesión. Y es que muchas de las trolas de los catalanistas han calado hondo en todos los catalanes y se las han creído. La oradora podría decir ‘parlamento catalán’ en lugar de ‘parlament’, podría decir ‘gobierno autónomo’ en lugar de ‘gubern’, pero opta por hacerles ese guiño, con lo cual viene a reconocer implícitamente la falacia de que Cataluña es una realidad ajena a España.
Es pasar por encima de la historia, es decir, desconocer la realidad de los hechos, hacer caso omiso a lo ocurrido a través de los siglos y aceptar la posverdad, esa ‘verdad’ entre comillas, inventada por unos elementos nada recomendables, nada dignos, nada decentes.
La historia reciente de España indica con bastante claridad que los nacionalistas aprovechan cualquier ventaja que se les dé, o que puedan conseguir con sus medios, siempre preñados de violencia física o moral. Por tanto, no hay que ceder ni un ápice y si se les ha dado un palmo hay que recuperarlo.

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