Se los van cambiando y todos fracasan, y no saben por qué. Pues es muy fácil: porque el PSOE debería ser un partido, pero fue configurado como una mafia, y eso es lo que representan. Pan comido para la presidenta madrileña, que no tiene más que ir sacando verdades del baúl y enseguida los convierte en fosfatina.
Si no estuvieran Felipe VI y Ayuso, Sánchez ya habría completado su asalto al poder y convertido España en una dictadura, o iniciado una guerra civil, porque a lo mejor el pueblo no se conformaba tan pronto. Se puede decir que si hubiera otra guerra civil la perderían los cobardes. Se les nota que lo son en la prepotencia. Todos los cobardes son prepotentes si pueden y si no se rinden.
De momento, Sánchez, especialista en traiciones y mentiras, se ha de conformar con soñar en que consigue sus propósitos. Tiene gente muy fiel y muy obediente en puestos clave, y mucha suerte, porque ninguno de ellos, a pesar de que algunos tienen talento, se da cuenta de que es tan zote que mete la pata continuamente.
Realmente, es muy difícil saber a qué juega Felipe González, porque el hecho de que no sea capaz de convencer a unos cuantos diputados socialistas para que dejen caer al gobierno da que pensar. Entre esos diputados socialistas han de haber unos pocos, o unos muchos, con cosas que ocultar, y las gentes del partido las tienen que saber. Que no se las cuenten a Felipe González es enigmático. Pero es que además se pueden averiguar y se pueden ir sacando a la luz, en el caso de que no reaccionen como es debido. El daño que está haciendo Sánchez es inmenso y Ayuso, sola, o sea con su equipo, desde su plataforma, solo puede crearle problemas, aunque quizá acabe por romperle los nervios. La chica que han puesto contra Ayuso ha pinchado en hueso.
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