No soy abogado, ni tampoco víctima de la dana, por tanto no he participado en las discusiones ni tengo conocimientos jurídicos, pero como ciudadano he seguido las noticias. Desde el primer momento, varias personas entendidas en la materia, cada una por su lado, dejaron claro que el máximo responsable es Marlasca y, tras él, Ribera y Robles. Los tres obedecen ciegamente a Sánchez, «si necesitan algo, que lo pidan», porque si no fuera así no serían ministros.
Nadie pone en duda que Mazón y su gobierno pudieron y debieron hacer más, pero su responsabilidad es menor que la de los citados anteriormente. Por otro lado, el presidente valenciano tiene un arma que ni siquiera se ha planteado utilizar. Siendo la Autonomía valenciana la más endeudada de todas a causa del fomento del catalanismo por parte del anterior gobierno, debería cerrar la televisión y todos los chiringuitos que legalmente pueda, y a los que no pueda darles el mínimo posible de dinero. Con el ahorro conseguido podría socorrer a los damnificados, que no solo han tenido que soportar el efecto devastador del agua, sino también los furibundos embates gubernamentales. Sánchez es rencoroso y tuvo que salir huyendo de Paiporta.
Me ha sorprendido que la demanda no se haya puesto contra los responsables, sino contra otros que lo son, en todo caso, en mucha menor medida. Ese era el propósito de Sánchez, dejar que el temporal causara los estragos que fueran, para culpar luego a Mazón. Se cree por encima de la ley, por encima de los tribunales, por encima de todo. Piensa que lo tiene todo controlado.
He pasado por las cercanías de la Generalidad y había cuatro gatos con megáfonos pidiendo a gritos la dimisión de Mazón, que es, sin duda, lo que quiere Sánchez que se haga. Mientras el gobierno castiga a las víctimas, los monigotes gritan consignas estúpidas.
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