viernes, 21 de febrero de 2025

Omella, ese cardenal

 

Es difícil de entender que un tipo como Omella haya llegado a cardenal, aunque más difícil aún que Bergoglio haya llegado a cura, pero es que es el papa. Lo de la infalibilidad papal no se puede sostener.

O sea, que cuando el catalanismo hizo su payasada aquel 1-O el papa iba a emitir un comunicado a favor de España, lo cual habría comprendido cualquier niño sano, pero Omella lo frenó. ¿Cómo es posible que el papa, una vez que iba a hacer algo bien, se dejó influir por un sinvergüenza? ¿No se dio cuenta Bergoglio de la inmoralidad?

En la Iglesia ha habido, hay y habrá personas de gran altura moral. Sin ir más lejos, en el guerra civil española hubo muchos que se dejaron torturar y matar por la fe. Pero también en tiempos más cercanos, los de ETA, la mayor parte de los curas, monjas y obispos vascos pusieron todo su empeño en salvar el pellejo. Diría que los farsantes son muchos más que los héroes. Hubo, además, curas cómplices de ETA. En Cataluña, más o menos igual. Terra Lliure duró menos que ETA, aunque no significa que no haya dejado víctimas, ni que no haya sembrado el terror. Curas, monjas, obispos y cardenales nacionalistas los hay. Son miserables. La escoria de la Iglesia. Y ahí está Bergoglio, el infalible, dejándose llevar por ellos. Menudo cerril es este papa.

El nacionalismo es incompatible con el cristianismo. Los curas y monjas socialistas se van a condenar. ¿Cómo es posible que se hayan comprometido a predicar la palabra de Dios y estén trabajando para Satanás?

El cristianismo se basa en el amor y el nacionalismo se nutre del odio, el sentimiento que propugna el Maligno. Los nacionalistas catalanes y vascos, y los demás nacionalistas que van surgiendo por imitación de estos, se alimentan del rencor que sienten hacia el resto de los españoles.

La Iglesia se limita a vegetar en el ambiente insano, aceptándolo.

Esos libros míos

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