jueves, 17 de mayo de 2007

La devoción y los negocios

Un conocido mío se extraña de que ciertas personas a las que se puede considerar tranquilamente como psicópatas tengan una gran imagen de la Virgen de los Desamparados adornando el taller en el que trabajan. Pero la cuestión es que si les preocuparan los efectos que sus actos causan en los demás no serían psicópatas, ni tampoco encontrarían excusas para sus actos con tanta facilidad.
Aunque no tenga nada que ver, esto me hace recordar un caso de muchos años atrás. Un seminarista iba a cantar misa y en el último momento se arrepintió y abandonó la carrera sacerdotal. En la vida ordinaria encontró novia enseguida y comenzó un negocio que le fue muy bien. Un familiar suyo le pidió ayuda y comenzó a colaborar con él. Llegado el momento de rendir cuentas, el ex seminarista actuó deslealmente y le liquidó dinero de menos. La familia del perjudicado se dirigió a su madre, mujer de misa diaria, a recriminarle la actitud de su hijo, tan impensable dados los antecedentes. La buena mujer respondió que había que separar la devoción y los lazos familiares de los negocios, puesto que todas esas cosas se movían en ámbitos diferentes. En la actualidad, todos los protagonistas de la historia ya han muerto, o eso creo. Los conocí personalmente a todos, pero ya ha llovido mucho desde entes y acabé por perderlos de vista. Pero quisiera añadir que puesto que en el otro mundo no es probable que puedan hacer negocios, quedarán los lazos familiares y la devoción, por lo que es posible que hayan podido hacer las paces. O eso deseo.
La impresión que saco de éstas y otras cuestiones más o menos similares es que si cada uno de los creyentes explicara su idea de Dios nos encontraríamos con una gran cantidad de dioses, a veces diosecillos caprichosos y nada recomendables, cada uno de su padre y su madre. Lo de monoteísmo no es más que un deseo.

1 comentario:

Fernando Solera dijo...

Te leo a menudo, Vicente, aunque hoy opino por primera vez.

Yo, por lo general, desconfío de aquéllos que van de beatos por la vida, pues en esos casos las apariencias suelen engañar. Por otra parte vivimos en una sociedad en la que, como dijo Nietzsche, Dios ha muerto, y el hombre lo ha sustituido por el dinero.