Confieso que no vi el programa Tengo una pregunta para usted. La cuestión es simple, nuestros políticos no me ilusionan. Por otro lado, veo muy poco la televisión. Me parece normal que Zapatero no supiera el precio del café. Yo mismo no sé lo que vale una barra de pan y lo compro con mucha frecuencia. Pero es que no suelo mirar el precio de las cosas imprescindibles. Como compro más cosas con el pan, al final pago la cuenta de todo. También me parece normal que Rajoy no acertara a responder aquella pregunta engorrosa, cuando podría haber dicho que si se dedicara a su profesión ganaría más que en la política. Otro caballero tampoco sabía que la cena en la que estuvo costó 1400 euros. No se puede saber todo. Pero gracias a una carta que publica El País he tenido noticia de una pregunta sumamente interesante, pero ante la que Rajoy mostró una total despreocupación. Un discapacitado le preguntó por las iniciativas a favor de este sector de la población pensaba emprender y Rajoy le remitió a la ONCE o las ONG, o sea, nada que ver con el gobierno. Este sector de la sociedad vive una situación dramática y cuando empleo este término no exagero. Hay personas con una instrucción suficiente para no decir estas tonterías que considera a los minusválidos como seres de segunda. Creo que el término minusválido es mejor que el de discapacitado, puesto que una persona de estas características tiene muchas desventajas en la lucha por la vida que los demás no suelen desaprovechar. Sin embargo, un minusválido si se le da la oportunidad puede acabar siendo mucho más válido o útil a la sociedad que muchos de quienes tratan de cerrarle el paso. Quedan muchas cosas por hacer en este campo y no sólo idearlas, sino llevarlas a cabo. Pero si los principales dirigentes no tienen conciencia de ello, la cuestión resulta muy difícil.
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