viernes, 28 de diciembre de 2007

El obispo de Tenerife

Se llama Bernardo Álvarez Afonso, tiene 58 años y ha efectuado unas declaraciones en las que afirma que “la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y a la sociedad”. Sin embargo, los homosexuales pueden tener buenos sentimientos hacia los demás, pueden ser cooperantes, altruistas, abnegados. Pueden llevar a cabo actos heroicos, pueden diseñar fantásticos edificios o puentes, o ser cirujanos de primer orden. Dentro de la Iglesia, pueden llegar a obispos y quien sabe si a Papas. Pueden ser literatos de primera magnitud o pintores geniales. Pueden ser perfectos vecinos, solícitos porteros de finca o concienzudos barrenderos. Pueden ser jueces o camareros. Artistas de cine o funcionarios municipales. Pueden ser muchas más cosas, en ninguna de las cuales se aprecie nada perjudicial para el prójimo. En cambio, un obispo puede ser alguien capaz de hacer unas declaraciones en las que se aprecia que carece absolutamente de caridad y también puede, sin escrúpulos, ser capaz de complacer a los etarras. Puede un obispo, motu proprio, telefonear a un etarra y también compadecerse del dolor de los etarras encarcelados. La legislación española es la más ñoña del mundo con los terroristas, pero algunos obispos quisieran hacerla más ñoña aún. Pero quienes perjudican a la sociedad, según Bernardo Álvarez Afonso, son los homosexuales. He aquí un modo de pasar por alto el dolor, esta vez fundamentado, que durante siglos han tenido que vivir inmersos en la amargura. También ha dicho este avispado obispo que hay adolescentes de trece años que si te descuidas te provocan. Quizá esto lo sepa porque se lo ha contado un prelado que no ha podido resistir la tentación, el pobre. Y es que hay adolescentes peligrosos. Asusta pensar a este obispo en trance de confesar. Si aparece un homosexual por su confesionario, adolescente o adulto, por lo menos le ordena diez mil padrenuestros. Algo falla en la Iglesia cuando individuos como este Álvarez, Uriarte, Setién, logran encaramarse al obispado. Es necesario pensar que deben de haber curas que se preocupan por los que sufren, que se fijan en lo fundamental de las personas, en las cualidades humanas y no en lo accesorio, y que intentan hacer todo el bien que pueden. Por las alturas, lo que se ve es otra cosa. Creo que fue Rouco quien dijo que en la actualidad se peca mucho. Ignoro si sólo se refería a un tipo de pecado. Pero si hablaba de todos, puede que tenga razón y que sean los obispos quienes pecan.

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