miércoles, 5 de diciembre de 2007

La bomba atómica

Supone un gran alivio saber que Irán no pretende fabricar armamento nuclear, sobre todo porque con ello desaparece la amenaza de que haya un nuevo episodio como el de la invasión de Iraq. Pero el hecho de que no vaya a fabricarla por ahora no significa que no lo haga más adelante, acaso en total y absoluto secreto. Y no sólo Irán, sino también otros países u organizaciones. Debería comprender el gobierno de los Estados Unidos que los tiempos cambian y que el papel de primera potencia mundial sirve de poco en determinadas situaciones. Ningún país del mundo, ni en solitario ni en compañía de otros, va a declararle la guerra. Sí ha de hacer frente a otros enemigos menos visibles y que utilizan técnicas que dificultan mucho su detección y control. La fuerza cada vez es menos eficaz y sería conveniente comenzar a utilizar la razón. Esto significaría crear un organismo mundial, o recrear alguno ya existente, con la finalidad de poner orden en el mundo y garantizar la paz mundial. La búsqueda de la justicia y prosperidad general por parte de este organismo deberían ser patentes y palpables para la mayor parte de la humanidad, de modo que a Ben Laden le costara mucho más trabajo convencer a los musulmanes para que se adhieran a sus diabólicos fines. También debería este organismo ser capaz de fiscalizar y ordenar a todos los dictadores del mundo que fueran preparando a sus países para la democracia y de disuadir a los gobernantes de países demócratas que pretenden convertirse en dictadores. Estas cuestiones son difíciles de conseguir, pero no son las que frenan la creación del organismo. El obstáculo más grande que hay viene dado por la serie de privilegios de que gozan los países más poderosos y a los cuales no quieren renunciar. ¿Cómo iba China a renunciar a las ventajas con las que negocia? ¿Cómo iba Inglaterra a renunciar a Gibraltar y Las Malvinas? El egoísmo impide el desarrollo humano y la búsqueda de la paz.

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