miércoles, 12 de diciembre de 2007

La atomización

Resulta, cuanto menos, curioso que habiendo tanta gente dispuesta a arreglar el mundo, éste vaya tan mal que diariamente mueran miles de personas de hambre. Quizá la explicación sea que los males del mundo les importan poco a estas personas y que lo que pretenden es demostrar que saben más que nadie. Ellos tienen la solución. Yo no la tengo. Me limito a no adherirme a ninguna causa sectaria, ni aplaudir ninguna iniciativa insolidaria o excluyente, ni unirme a ningún proyecto egoísta. No añadir ningún mal al mundo, o intentarlo, es algo que deberíamos intentar todos. Hace poco expuse mi idea de lo que será la humanidad en el futuro, en el que todo parece indicar que habrá un solo gobierno mundial. No dije que fuera mi modo de solucionar las cosas, sino que los vientos de la historia nos llevan hacia esa solución. La deducción es fácil, si la historia no tendiera hacia eso, no hubieran surgido las naciones. No habría más que ciudades estado por doquier. Por otro lado, el hecho de que haya surgido la Unión Europea, y es evidente que ha ocurrido por necesidad y no por deseo de los países que la conforman, es otro dato. A todo esto hay que añadir otro dato fundamental, como es el del instinto de supervivencia. La humanidad tomará la decisión correcta para lograr sobrevivir. Yo había enumerado algunas de las ventajas que reportaría la unidad mundial, como, por ejemplo, la mayor eficacia en la lucha contra el hambre. En la actualidad, un saharaui no tiene los mismos derechos que un francés, y si ese francés es Sarkozy se desentiende por completo de él. Con un solo gobierno en el mundo, todos los ciudadanos tendrían los mismos derechos y deberes. Cualquiera de las ventajas que enumeré, como esa de luchar contra el hambre con eficacia, ya hace apetecible ese gobierno mundial. Una de las respuestas que he recibido apunta a que nueve de los diez países con mayor renta per cápita del mundo tienen menos de cinco millones de habitantes. El autor de dicha respuesta muestra su faz más egoísta, puesto que con ella olvida, o se desentiende, de aquella gran parte de la humanidad que padece hambre. Por otro lado, también demuestra desconocer que el hecho de que las cosas sean hoy de un modo no significa que siempre vayan a ser igual. ¿Dónde estará la capital del mundo? ¿Qué idioma servirá de comunicación general? Esas son cuestiones menores.

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