viernes, 12 de febrero de 2010

Lo que la fiesta del correbous enseña

Es sabido, y el que no lo ve es porque no quiere, que los nacionalismos se basan en el capricho, la tergiversación y la manipulación grosera de los sentimientos. No les importa a los nacionalistas sembrar la discordia donde antes reinaba la paz, ni fomentar el odio entre antiguos amigos e incluso entre familiares. Cuanto más odio hacia el otro (el que no piensa igual) haya, más seguros tienen los votos.
Los nacionalismos, como no podía ser menos, tienen sus propios dogmas de fe, y quienes se niegan a comulgar con tales ruedas de molino (realmente indigestas) son excomulgados, o desautorizados entre las huestes nacionalistas. Por muy catalanes que sean y se sientan, no son aceptados como tales. Los nacionalistas catalanes, por ejemplo, no tienen empacho en considerar como de los suyos a Joan Tarda, pero Albert Boadella ha tenido que emigrar.
Puesto que la obsesión de los nacionalistas catalanes es la de separarse de España, intentan por todos los medios borrar todo vestigio que consideren español, así el idioma castellano, así las corridas de toros. Dicen que las quieren prohibir por ser un maltrato a los animales y, además, añaden y muchos se lo creen que es una fiesta impuesta en Cataluña. Las ruedas de molino adquieren a veces tamaños descomunales. Pues ahora resulta que los “correbous” no los prohíben. “Es una aberración decir que hay maltrato en los correbous”, alega un nacionalista. “Los bous no son un espectáculo como las corridas, sino un juego entre animal y hombre”, afirma otro nacionalista.
Parece más lógico prohibir los correbous que las corridas, dado que en estas últimas hay arte y épica. El toro es el verdadero protagonista. En los correbous, el toro es un juguete de las masas. Pero estos nacionalistas siempre tienen una rueda de molino a mano.

1 comentario:

Leona catalana dijo...

Mmmmh... ¿alguien les ha preguntado a los bous si quieren "jugar" con los hombres?

Seria interesante conocer la respuesta...