viernes, 7 de marzo de 2014

Hacen boicot a un etarra arrepentido

Parece ser que el tiempo pasado en la prisión sirvió para que el otrora sanguinario etarra Iñaki Recarte meditara sobre sus actos y lo hiciera de la forma correcta.
Se nota, sobre todo, en que fuera capaz de asombrarse al comprobar que su víctima carece de odio, ese estigma que arrastran las personas vulgares, en cuyo escalones más bajos encuentran su acomodo los asesinos.
Para los etarras ahora ha pasado a ser un traidor, cosa que en aquellas tierras copadas por gente complaciente con Eta, por no emplear otras palabras mayores, presenta muchos inconvenientes. No hay más que fijarse en todos esos que han salido en defensa de los 'verificadores' al servicio de la banda para comprenderlo. O recordar que Consuelo Ordóñez tuvo que abandonar su tierra porque Eta convenció a sus clientes para que dejaran de serlo.
Ser señalado por Eta como traidor debe ser considerado como algo honroso, pero al mismo tiempo significa que hay que acostumbrarse a los boicots, como el propio Recarte va comprobando. No me interesa la opinión del obispo Uriarte sobre el asunto. Ni tampoco me importa la de los meapilas que asisten a sus misas.
El propio Iñaki Recarte se ha dado cuenta de que muchos de esos que dejaron de ser clientes de Consuelo Ordóñez, pero van a las misas de Uriarte, y luego quizá dan palmaditas en la espalda a los etarras que andan sueltos, se llenan la boca con las palabras libertad y democracia y no tienen ni idea de lo que significan.
Hay un tipo muy despabilado en San Sebastián, que dijo que los políticos deberían masturbarse más, y muchos donostiarras le votan, que dada la profundidad de su pensamiento debería plantearse la cuestión de los doscientos mil vascos que tuvieron que abandonar su tierra.
Recarte ha descubierto que el odio no sirve para nada y que la democracia y la libertad tienen sentido.

No hay comentarios: