miércoles, 26 de marzo de 2014

Lo de Anna Simó y otros

Anna Simó es la portavoz de ERC, ese partido cuyos integrantes, como bien dice Carlos Herrera, ponen sumo empeño en resultar desagradables, con el fin de que cuando logren alguna reacción salir diciendo inmediatamente que les odiamos porque son catalanes.
Se da el caso además que ERC es un partido que se dice de izquierdas y el nacionalismo es una ideología de extrema derecha. Todas estas contradicciones internas no les causan ningún problema. Y todos estos antecedentes permiten adivinar que la elegancia y los buenos modales no les interesan excesivamente. De hecho, y para dar pruebas de su adhesión a al grosería, rehusaron participar en los actos de homenaje a Adolfo Suárez. Dieron su excusa: es que son una exaltación de la españolidad. Todo lo ven a través de su prisma. La verdad es que unas personas cuyo calibre es el comentado no son capaces de percibir la hondura de una persona como la del artífice de la Transición. Tampoco lo han conseguido otros que son infinitamente mejores que ellos. Si todo lo que ven en Adolfo Suárez es españolidad, es obvio que Santa Lucía los tiene olvidados por completo.
El caso es que, como me explicó un amigo mío experto en sectas, los nacionalistas discurren como los que caen en manos de las sectas. No salen de su círculo. Ante cualquier argumento que se les dé ellos reaccionan encerrándose en sí mismos. Esa es la única explicación sobre el hecho de que unos individuos con tan poca consistencia moral obtengan tantos votos.
Los nacionalistas de derechas, que al menos son más coherentes en este sentido, tampoco practican la virtud de la elegancia, salvo, probablemente, cuando tienen la carta del restaurante entre las manos y ahí sí que saben distinguir lo bueno de lo mejor. Pero a la hora de discursear si no ofenden no quedan satisfechos.

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